Emblemas blanco

 H I S T O R I A  Y  S O C I E D A D
Boletín electrónico

 

 

Mag. E. Martín Vargas Ávila*

 

  Para nadie es un secreto que el mundo actual exige un tipo de educación diferente a la que recibimos la mayoría de nosotros, la cual se limitaba a la reproducción de contenidos y procedimientos determinados.

  En plena era digital y del auge de las tecnológicas, la simple memorización y la trasmisión de conocimientos carece completamente de sentido. Por lo que  es preciso generar un cambio en la concepción que tenemos de la educación y del tipo de formación que requieren los estudiantes, con la intención de realmente prepararlos realmente para el mercado laboral que les espera.

  La teoría del desarrollo de habilidades de pensamiento no es una propuesta reciente ni novedosa, fue el producto del enfoque cognitivo y de otras corrientes de mediados del siglo XX, así como del aporte de autores como Benjamín Bloom, cuyas ideas son bien conocidas por todos los educadores. Sin embargo, su aplicación y vivencia está lejos de la realidad que se experimenta en los salones de clases, incluso a nivel universitario.

  Diversos estudios realizados y experiencias obtenidas en otras latitudes, demuestran que el desarrollo de este tipo de “destrezas mentales” es una valiosa herramienta para que los niños y jóvenes aprendan a gestionar su propio conocimiento y a alcanzar un aprendizaje más satisfactorio y duradero.

  En definitiva la enseñanza y el aprendizaje de habilidades de pensamiento de orden superior son tareas que deben iniciarse en la escuela y fortalecerse a través de secundaria, todo con el propósito de alcanzar un aprendizaje activo que promueva la comprensión y evite la simple aplicación repetitiva de conocimiento.

   Es fundamental repensar las estrategias y metodologías que diariamente utilizamos en las escuelas y colegios, con el propósito de promover competencias mentales tales como: la comprensión de lectura, la escritura profunda, el pensamiento crítico, la capacidad de síntesis y análisis, entre otras.

   Por estas razones es preciso propiciar crear espacios para que los dicentes mejoren su compresión de lectura, capacidad de síntesis y argumentación por medio técnicas como la lectura en voz alta y discusión de noticias en clase, el establecimiento de debates orales, la elaboración de sociodramas, acertijos y juegos didácticos. Así como el intercambio entre pares en torno canciones, el uso de cuentos, dibujos o videos sobre temas relacionados con los temas abordados y los  intereses de los estudiantes.

 

*Mag. E. Martín Vargas Ávila. Profesor de la Cátedra de Historia y de la Cátedra de Formación Cívica y Geografía de la UNED y profesor del Centro de Investigación y Docencia en Educación de  la UNA. Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.