Ficha técnica
Dirección: Guillermo del Toro.
Guion: Guillermo del Toro.
Música: Javier Navarrete.
Maquillaje: José Quetglás
Fotografía: Guillermo Navarro.
Edición: Bernat Vilaplana.
Escenografía: Pilar Revuelta.
Vestuario: Lala Huete.
Año: 2006
Duración: 119 minutos.
Realizado por Mag. Wagner Ramìrez*
Una obra maestra del cine hispanoamericano, dirigida por el cineasta mexicano Guillermo del Toro y estrenada en el 2006. Estamos ante una ambientación oscura, como es usual en él, donde el misterio es el hilo conductor que mantiene despierta a la audiencia. La obra está llena de monstruos, pero no sólo fantásticos, sino aquellos que cargan los personajes en su interior. En el Laberinto del Fauno, se cuenta la historia de Ofelia, aparentemente en el año de 1944, durante la dictadura franquista. Ofelia es una niña, pronta de alcanzar su pubertad, que viaja con su madre embarazada para conocer a su nuevo padrastro, el coronel Vidal. La protagonista, recibe su nombre de la enamorada de Hamlet. Ofelia se encuentra éntrelos personajes más célebres de la literatura clásica. Con este fuerte paralelismo, desde el inicio de la trama, el director nos anuncia el desenlace final: la muerte prematura de la inocencia, la ingenuidad, la pureza, la imaginación y la fantasía.
La niña se desenvuelve en dos mundos, uno fantástico lleno de manifestaciones sobrenaturales y otro muy real. Los hechos relatados se ubican en el norte de España durante 1944, mientras la policía militarizada del régimen franquista sofocaba los últimos vestigios de la Guerrilla Republicana. Aunque tiene todos los elementos para catalogarse como una película fantástica, el Laberinto del Fauno es, al mismo tiempo, una película histórica. No sólo por su contexto espacio temporal y la interpretación que hace de un evento histórico tan significativo, también porque la crítica social que realiza aplica tanto para la década de los 40 como para la actualidad. Pero lo más interesante es que lo hace, no solo de forma explícita, también por medio de su cargado simbolismo. Desde mi perspectiva, dando una interpretación muy subjetiva y sesgada, veo una fuerte crítica contra las sociedades militarizadas que reprimen la libre determinación de los individuos. Tal cual está ocurriendo hoy en Bolivia, Chile, Nicaragua y Venezuela.
El guion está lleno de sorpresas y la película resulta muy entretenida, pero lo mejor es su cargado simbolismos y críticas sociales. Una de mis escenas favoritas es la muerte el doctor, de una manera muy honorable por cierto, donde establece claramente la línea delgada que separa a los militares de los intelectuales: los primeros obedecen las órdenes sin pensar las consecuencias, los segundos son silenciados. El director no tiene reparo en mostrar la crueldad y sadismo que puede alcanzar el ser humano. Nos avergonzamos de nosotros mismos y nos duele ver como aún en nuestros días y en tierras americanas se recurre a la tortura para silenciar a los opositores. Pero la escena más compleja en términos de simbolismo satírico es la cena. Ahí se muestra la frialdad y complicidad de las clases altas en apoyo de las clases militares y su responsabilidad compartida en los crímenes de lesa humanidad, el coronel Vidal representa el régimen franquista apoyado poder económico de las familias con el más añejo abolengo.
Por otra parte, el mundo fantástico que gira alrededor de Ofelia simboliza la mutilación de la manifestación artística como medio de protesta reprimida por los franquistas. El fauno simboliza los anhelos, a veces descontrolados, de las personas que aspiran por la libertad y la justicia social. El reino del mágico simboliza el mundo idílico que es inalcanzable para la humanidad.
En cuestiones técnicas y artísticas se lleva las palmas, a pesar de no contar con el descomunal presupuesto de las producciones hollywoodenses, es aquí donde sentimos el guante de seda del director. El casting fue acertado y pertinente para alcanzar actuaciones de primer nivel. Maribel Verdú, quien interpreta a Mercedes llega a sorprender por su capacidad dramática, su capacidad gestual de mostrar sufrimiento, compasión, odio y terror es en extremo sobresaliente. Sergi López, literalmente se come a su personaje, el Capitán Vidal, hasta el punto que el espectador puede llegar a odiarlo desde la primer escena. Incluso, Ivana Baquero, quién aún era una niña, logra cumplir con lo necesario y no desentonar.
Con respecto a los efectos especiales, como amante del cine del siglo XX, valoro y me siento más a gusto cuando las cuestiones técnicas se resuelven por medio de soluciones físicas como el maquillaje, el vestuario, la escenografía y los trucos de cámara. Por esto considero que esta producción es hermosa. Los efectos especiales fueron trabajados con esmero y dieron resultados convincentes, salvo algunas inclusiones baratas de generación computarizada que son de muy mala calidad como la explosión del tren y el balazo que recibe Vidal en su cara.
Me siento contento de que Guillermo del Toro haya decidido rodar esta película en español, a pesar de que le ofrecieron mucho dinero para hacerla en inglés. De otra forma, se nos hubiese escapado un poquito de mérito cultural a los hispanohablantes. El laberinto del Fauno es una película de culto y además fue exitosa en las esferas del cine comercial, también fue laureada en los premios de la Academia Hollywoodense, en BAFTA, Ariel y Goya. Podemos ir más allá y decir la cinta es una oda a la mitología europea, elementos celtas, grecorromanos, germanos. Estamos ante una ventada que muestra una pincelada de la tradición pagada que aún no ha apagado su llama.
*Mag. Wagner Ramìrez. Profesor de la Càtedra de Historia de la UNED. Correo electrònico: