Ficha técnica
Dirección: Gabriel Axel.
Producción: Just Betzer.
Guion: Gabriel Axel.
Fotografía: Henning Kristiansen.
Edición: Finn Henriksen.
Duración: 102 minutos.
Año: 1987
Comentario realizado por Lic. Wagner Ramírez*
Película danesa, de culto, dirigida por Gabriel Axel, basada en un relato de Isak Dinesen y estrenada en 1987. Justamente laureada en Canes y Hollywood. La historia se enmarca en Dinamarca, a finales del siglo XIX, en una comunidad luterana, cerrada, conservadora y dirigida de forma casi déspota por un pastor. El sentimiento religioso está por encima de todo, incluso de la cotidianeidad del placer de vivir. Es evidente que la comunidad ha envejecido por la falta de lazos amorosos que lleven a la procreación. Pocas películas tan cargadas de simbolismo teológico existen en el mercado cinematográfico. Es extraordinaria. A pesar de esto, el argumento es simple de contar, principalmente lineal, con flashbacks ocasionales para explicar el presente a expensas del pasado.
Babette Hersant es una cocinera gourmet parisina obligada a huir del levantamiento insurreccional de 1871, durante el cual su esposo e hijo son asesinados por orden del Marqués de Galliffet. Después de esto, se refugió en un pueblo aislado en las escarpadas costas de Dinamarca. Ahí suplica para ser contratada por dos mujeres mayores. Estas mujeres, llamadas Martina y Philippa son de indiscutible buen corazón, y tienen el reto de dirigir la disminuida secta luterana fundada por su difunto padre. Ellas también tienen su pasado triste pues nunca encontraron el amor debido a su vida religiosa. Babette trabaja como sirvienta de la casa sin queja, sin salario y sin vacaciones durante catorce años.
En primera instancia vemos una cinta poco épica y difícil de enmarcar en el cine Histórico, pero cumple con los requisitos. Juan Antonio Barrio categoriza como cine Histórico aquellas películas que poseen “una clara intencionalidad de reflejar con mayor o menor verosimilitud un pasado histórico identificable” o las que “se sitúan en escenarios históricos perfectamente entendibles para cualquier espectador”[1]. El Festín de Babette cumple con estas especificaciones, pero debemos reiterar que la riqueza en el filme descansa en el uso del simbolismo.
Lo sustancioso de la historia inicia cuando Babette gana 10,000 francos en la lotería francesa. Martina y Philippa comparten su alegría, pero temen que ahora ella busque mejor vida en París. Para sorpresa del espectador y de los personajes secundarios, en lugar de irse, Babette solicita permiso para preparar una cena conmemorativa en honor al centésimo aniversario del natalicio del Pastor. Todos los feligreses, incluso las hermanas, reciben con recelo tan descabellada propuesta, tanto exceso en una comunidad luterana ultra conservadora, pero en realidad nadie se atreve a estropear la idea. A partir de aquí inicia el juego que la historia hace con la doble moral de los personajes.
Los exóticos víveres importados desembarcan y desfilan en procesión bajo la mirada inquisidora de los feligreses: codornices vivas, extrañas viandas, hielo, una tortuga y botellas de licores y vinos. Después de 14 años Babette rompe la rutina cotidiana de la comunidad religiosa. En el aire se respira un nuevo aire cargado de conspiraciones, incluso, los invitados hacen una especie de pacto secreto para no disfrutar ni hablar durante el festín, el cual se convierte en un gracioso fracaso.
Entre los doce invitados que asisten a la cena se encuentra el distinguido general Lorens Löwenhielm, un antiguo pretendiente de Martina. Es evidente que él regresa para ver si tomó la decisión correcta al dejar a su amada para centrarse completamente en su exitosa carrera militar. Dado que el general no estaba presente cuando se selló el pacto, su discurso hizo que la rutina tomara un giro inesperado y todos caen en la tentación de saborear los manjares. El menú es en extremo elegante, sopa de tortuga, caviar, vinos finos y una creación de Babette: Codornices en Sarcófago. A medida que se desarrolla el festín, se produce una transformación clara de todos los personajes. De forma magistral el director logra plasmar en la cinta este instante poniendo énfasis en la expresión facial y el movimiento ocular de los personajes. Logró registrar el momento en que de forma casi simultánea todos cambian de opinión y entran a la sala del placer mutuo.
Está claro que no es una película emocionante o excitante, es una muestra de cultura, un ejemplo de cómo el simbolismo se debe manejar en todo obra de arte. Antes del banquete se pone en escena un mundo monocromático y austero que simboliza el estado espiritual de los miembros de la comunidad luterana Después del banquete llega la alegría, una renovación espiritual que remoza los lazos entre los feligreses. El mensaje de la película es claro, la vida es un contraste de extremos, descuidar la parte lúdica puede llevar a un marasmo social indeseado.
La película también cuenta con su carácter de cine histórico, muestra contradicciones pasadas que se manifiestan en la actualidad: la doble moral de la vida religiosa que predica abandono de los placeres de la carne, pero que en lo más recóndito de sus aposentos se da rienda suelta a los placeres mundanos, muchas veces de forma ilegal. Así es como el cine se hace sentir en la academia histórica, trayendo crítica social, Mark Ferro dijo que “las imágenes marcan más la memoria y el entendimiento que los escritos”[2], nos deja claro que el cine es una herramienta muy valiosa para la enseñanza de los temas históricos, la cual debe usarse con cautela, por supuesto.
Aunque no lo parezca la película aborda el sufrimiento y la maldad humana. Babette es alguien que ha experimentado males horrendos desde su destierro. La película es una crítica al pensamiento cristiano, donde el sufrimiento inmerecido se reconcilia con la fe en un Dios omnipotente, bueno y amoroso. Cuestión en extremo contradictoria. ¿Cómo permite un Dios bueno, omnipotente y amable que los seres humanos actúen con maldad? Corresponde al espectador dar respuestas a esta interrogante según su juicio personal.
Desde una perspectiva teológica, el festín simboliza el duelo de Babette, existe un vínculo entre su dolor y la exquisita comida. La planificación, la preparación y el servicio de la cena es el sacramento por el cual Babette finalmente pondrá en reposo todo lo que le fue quitado a su familia. Cuando se sirven las codornices en sarcófago se nota el simbolismo de la muerte y el entierro. Es posible apreciar la "brutalidad" de los preparativos de la cocina: el desplume y el despellejamiento de las codornices evocan la muerte de su familia a manos de Gaston Galliffet. En el festín, Babette transforma la violencia de los asesinos de su familia en arte viva. Cuando los ingredientes para el banquete llegan en barco, Babette recoge la jaula de codornices vivas y les saluda con amor, porque serán sacrificadas para dar vida, igual que Cristo. La comida, su planificación, preparación y servicio, es un proceso a través del cual Babette se reconcilia con las circunstancias violentas que llevaron a su expatriación a Dinamarca. Al final de la película se apaga una llama, de igual forma se apaga el dolor de la protagonista.
*Lic. Wagner Ramírez Arroyo, docente universitario de la Cátedra de Historia de la UNED, Bachiller en la Enseñanza de los Estudios Sociales y la Educación Cívica por la Universidad de Costa Rica y Licenciado en Ciencias de la Educación por la Universidad Americana. Correo electrónico:
Referencias bibliográficas
Barrios, Juan Antonio. «La Edad Media en el cine del siglo XX.» Boletín de la Sociedad Española de Estudios Medievales, 2005: 241-268.
Ferro, Marc. «¿A quién pertenecen las imágenes?» ISTOR, 2005: 7-13.
[1] Juan Antonio Barrio, “La Edad Media en el cine del siglo XX,” Boletín de la Sociedad Española de Estudios Medievales 15 (2005): 244.
[2] Marc Ferro, “¿A quién pertenecen las imágenes?”, ISTOR 5, (2005): 8.
